Aprovechando que una futura lectora de cuentos ha llegado a la familia, vía Dinamarca, he regresado a Cophenague veinte años después de mi última visita. La estatua de
Hans Christian Andersen sigue imperturbable junto al Ayuntamiento y ese fantástico Tívoli, que continúa creando magia.
Bicicletas, barcos, cafés, terrazas y una arquitectura vanguardista (desde la Opera a la nueva
Casa de los Elefantes de Norman Foster), hacen de Cophenague una mas que agradable ciudad. Y si no, siempre os quedará la fábrica centenaria de cerveza
Carlsberg.
2 comentarios:
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